Es es un tema que normalmente poco se habla de manera abierta y es que, en realidad poco hablamos de lo que nos produce absoluto miedo, porque pareciera que hablar de ello, fuera confesar el peor pecado capital: Ser Vulnerables.
Yo también lo sentía así, pero …
Si esto fuera un pecado, te comento que por el simple hecho de ser humanos, nos hace ser vulnerables y eso es lo rico de nuestra humanidad: la vulnerabilidad nos permite sentir emociones.
Y el miedo es una de ellas.
Ahora bien, en varias sesiones de coaching que he realizado con más frecuencia desde hace unos cuantos meses (momentos donde el COVID-19 no existía), una sorpresa fue toparme con la emoción del miedo y desde allí, llegar a la conclusión al miedo a morir.
Y como en toda sesión de coaching de coaching ontológico, tanto mi asistido como yo, nos nutrimos por los aprendizajes nuevos que estos caminos revelan y acá te cuento lo que me enseñaron estas sesiones.
Acá me podrías decir, «bueno Asdru pero empiezas por el miedo a vivir y ahora me hablas del miedo a morir, me estás confundiendo»…
Es cierto, pero ya verás que empieza a cobrar sentido y se va direccionando gracias a una pregunta que se reveló ante mi, cobrando sorpresa tanto a mis asistidos, como a mi mismo, al pronunciarla.
La pregunta más valerosa.
Esa pregunta, debo confesar que se me reveló producto de una escucha atenta de mi asistido, pero el verme haciéndola también me revela a mi mismo el observador que estaba siendo, uno que estaba en búsqueda de un algo que luego poco a poco se fue convirtiendo en esto que está detrás de estas letras y yo mismo no había logrado ver.
Esta es la pregunta que me ayudó a cobrar sentido ante lo que hemos venido conversando fue:
¿Tienes miedo a morir o a vivir?
Luego de estar en una cara de intriga por esta pregunta, algo común fue una respuesta similar a «Pero yo vivo, yo respiro». Y acá me vi sorprendido por mi mismo, al hacer preguntas que, saliendo de esas sesiones, me las hice a mi y te invito a hacértelas, pues me dieron un gran regalo.
El ejercicio.
Te quiero invitar a hacerte un pequeño ejercicio para mirar nada más, pero sobretodo es importante que seas gentil, honesto y amoroso contigo.
- Toma lápiz y papel.
- Escribe las siguientes preguntas y respóndelas en el orden que más desees, aunque te sugiero ir en orden y que seas lo más espontaneo
- Las preguntas:
- ¿Qué me hace levantarme cada día?
- ¿Qué es para mi la vida?
- ¿Cómo quisiera que para mi fuera la vida?
- ¿Qué me separa de ese deseo?
- ¿Estás dispuesto a soltarlo?
- Acá te invito a respirar ante todo lo que mires, te des cuenta.
- Relee tus respuestas.
- Hazte una última pregunta:
- ¿Qué cambios estás dispuesto/a a hacer y que te hagan estar en paz contigo mismo/a?.
Ante este ejercicio y a sabiendas que puede ser algo intenso lo que puedes encontrar acá, siéntete libre de escribirme a mi correo cuatroconsciencias@gmail.com y contarme tu experiencia, y si necesitas de mi, pues estoy a tu servicio servicio.
Mi regalo
Para mi, este ejercicio fue un reto personal el mirarlo, pero su mayor regalo fue el darme cuenta que me brindó las puertas para refomularme y encontrar mi sentido de vida, es por eso que si gustas, te invito a atreverte a encontrar el regalo que la preguntas te obsequian.
Te abrazo apretado en la distancia.